
Uno de los etiquetados frontales más populares y todo un ejemplo de un buen aviso de cara al consumidor es el que se utiliza en Chile, que se enmarca dentro de una política encaminada a mejorar la alimentación de la población, con medidas como la prohibición de la publicidad de alimentos insanos dirigida al público infantil. Es importante tener esto en cuenta porque para lograr ese objetivo no es suficiente con realizar cambios en el etiquetado, sino que es necesario abordar además aspectos como la publicidad, la educación o la disponibilidad de alimentos saludables, entre otras muchas cosas.
En ese país deben mostrarse sellos de advertencia en los productos que aportan una elevada cantidad de azúcares, grasas saturadas, sodio o calorías. Por ejemplo, un producto debe advertir de la elevada presencia de azúcares cuando contiene más de un 10 % de este nutriente, así que no se dan situaciones como las del ejemplo anterior, donde unos cereales de desayuno con un 25 % de azúcares añadidos tenían un Nutriscore B que hacía que parecieran saludables.
En definitiva, el principal objetivo de este sistema es el de identificar los alimentos insanos. Esta última fue introducida en la Unión Europea, en junio de 2006, y su aplicación se extendió en diferentes alimentos, en diferentes países entre 2006 y 2008, aunque solo se aplica para los productos europeos. También hay otros sistemas alimentarios nacionales que pueden ayudar a los consumidores a escoger los alimentos más sanos por su propio peso nutricional y por su etiquetado con el objetivo de ayudarles a tomar decisiones informadas sobre su consumo.
¿Es efectivo el uso de estos sistemas de etiquetado?
Es decir, se evalúan nutrientes de forma aislada, en lugar de considerar el alimento en su conjunto. De hecho, ni siquiera se valora la naturaleza de esos nutrientes, a pesar de la importancia de este aspecto. Como vimos en el capítulo anterior, no es lo mismo ingerir quince gramos de azúcares a partir de un zumo que hacerlo a partir de una naranja entera, porque su efecto metabólico es diferente. Por ejemplo, no es comparable obtener doscientas kilocalorías a partir de unas magdalenas que hacerlo a partir de un plato de lentejas estofadas.
Y tampoco es igual ingerir grasas saturadas a partir de un yogur que hacerlo a partir de un dónut, porque la composición de esas grasas no es la misma. Recordemos además que, cuando nos centramos en los nutrientes por separado, perdemos de vista el conjunto del alimento y eso puede despistarnos.
Si quieres descargar el manual del etiquetado chileno haz clic